Enfrentando el miedo al cambio

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Por: Ileana Hieber Hernández

En mi primer artículo hablé de la importancia que tienen los retos en la vida de la persona con discapacidad y es que la aceptación de los retos nos conduce a lograr cosas de las cuales nos sentíamos incapaces.

En ocasiones cuando logramos alcanzar ese trabajo “estable” podemos pensar: – para qué le muevo, no me quiero arriesgar a tomar esa nueva oportunidad desconocida.

Hace tres años, yo sí decidí tomar una oportunidad totalmente desconocida para mí, tenía claro que quería especializarme en el ámbito de discapacidad y pude irme a la Universidad de Salamanca (España) a estudiar la Maestría en inclusión de personas con discapacidad y calidad de vida.

Jamás me había ido a vivir sola a ningún lugar y menos a otro continente, siempre he sido una mujer a la que le encanta la rutina, salir a los mismos sitios y hacer las mismas cosas.

Aunque ya había vivido en España durante toda mi infancia, Salamanca era para mi una ciudad desconocida, por suerte era pequeña y fácil para trasladarse en autobús y tren hacia otras ciudades.

Conforme crecemos, nos cuesta más trabajo hacer amigos, nos volvemos personas más recelosas e inseguras socialmente y cuando presentamos una discapacidad estos factores se multiplican.

Despegarme de mi familia fue difícil, en mi vida cotidiana como persona con discapacidad motriz requiero ayuda en actividades que necesitan fuerza y precisión, vivir sola creo que no es la opción para una persona con discapacidad ya que en casi la todas de las discapacidades la persona necesita de alguien que la pueda apoyar en algún aspecto de su rutina.

Por esta razón, decidí irme a vivir a un Colegio Mayor, que se define como una residencia de estudiantes dirigida por monjas quienes te ofrecen un cuarto donde vivir y las tres comidas diarias que compartes con el resto de las residentes.

Vivir en esta residencia me ayudó a aprender a ser más independiente, ya que yo no quería ser una carga, sin embargo, siempre me dieron los apoyos que necesitaban.

Me costó mucho trabajo hacer nuevas amistades y pude comprobar el valor que tienen por el tiempo que me llevó formarlas.

Esta ciudad me hizo sentir más libre, pude caminar por la calle tranquila sin miedo a los asaltos, coches o empujones, ya que tiene varias rampas y goza de una gran seguridad, esto es una combinación ideal para cualquiera.

Podemos llegar a pensar que ciudades tan antiguas, como Salamanca, ciudad que data del siglo IV a.C no podrían ser accesibles, Salamanca es una prueba de que lo accesible se puede integrar a lo antiguo a la hora de pensar en personas con discapacidad.

La facultad de psicología donde estudié la maestría presenta en todas sus instalaciones señalética en braille, rampas, elevadores y pictogramas para alumnos con discapacidad intelectual ya que recientemente abrió una maestría no oficial para esta población, donde los alumnos se preparan para la vida laboral y luego son incluidos en empleo con ayuda de sus fundaciones de origen.

Durante la maestría pude aprender como se trabaja con personas con discapacidad intelectual a partir de realizar prácticas profesionales en cuatro fundaciones dirigidas a niños, adolescentes y adultos.

Algo muy interesante que sucede con las personas con discapacidad en una ciudad pequeña como esta es que es fácil integrarse con la comunidad, por ser un lugar pequeño.

Las fundaciones dedicadas al ámbito de ocio para Personas con Discapacidad diseñan actividades dentro de establecimientos públicos de uso común de la ciudad como por ejemplo un polideportivo con la finalidad de que los beneficiarios compartan un mismo espacio con el resto de su entorno participando en estas actividades personas voluntarias que suelen ser estudiantes universitarios.

El voluntariado en España es una estrategia muy utilizada por todas las fundaciones porque no solamente beneficia a las fundaciones, sino que fomenta la inclusión social de las personas con discapacidad concientizando a toda la sociedad.

Mi experiencia en Salamanca fue muy enriquecedora porque no fue solo un crecimiento en el ámbito profesional, sino a nivel personal y es que definitivamente los cambios te enfrentan a retos, aprendizajes y a conocer nuevas formas de pensar.

En general creo que a las personas con discapacidad nos dan miedo los cambios, aunque en el fondo los deseamos, creemos que cuando más o menos estamos dominando algo no hay que soltarlo no vaya a ser que perdamos la poca “estabilidad” que habíamos encontrado.

En este articulo te invito a ti persona con discapacidad a tomar esa oportunidad laboral de la que tienes tanto miedo porque crees que no vas a ser capaz, de probar ese nuevo trabajo que quizá te obligue a alejarte de tu circulo de apoyo, de tomar ese curso en zoom con personas que no conoces, de reconocer esa área de oportunidad y decidirte a mejorarla, de hacer aquello que te da miedo y comprobar si era tan difícil o finalmente si era posible.

¡Lánzate e inténtalo hasta que el miedo haya desaparecido!